martes, 26 de febrero de 2013

CAPITULO 1.

Belén se miraba en el espejo, solo quedaba una hora para salir de casa, una promesa rondaba por su cabeza, un temor hacía temblar su cuerpo, "¿encajaría esta vez?". Aunque tenía miedo de lo que pudiesen pensar o decir de ella, se puso su mochila y salió de su casa cerrando bien la puerta. 

Su madre la esperaba abajo, y la recibió con una gran sonrisa, ella la quiso responder de la misma manera, pero no podía, y lo único que salió de su boca era una sonrisa falsa.
-¿Nerviosa?.- Le preguntó su madre.
-Un poco, un poco bastante.- Respondió Belén.
-El primer día de colegio siempre es así...-Dijo su madre intentando tranquilizarla.
-Supongo.-Afirmó Belén poniéndose los cascos, tal vez la música consiguiese tranquilizarla.
Cuando se quiso dar cuenta, estaba parada frente a esas escaleras que parecían interminables, gente solitaria, amigos, compañeros la esquivaban, y tal vez eso prefería ella en esos momentos.
Se despidió con la mano de su madre mientras subía las escaleras, se quitó los cascos y respiró hondo. ¿Y ahora qué?.
Gente de todo tipo estaba sentada en secretaría, ella los observaba uno por uno, y se imaginaba cuales serían sus compañeros esta vez. De repente oyó la voz de la que iba a ser su tutora, decía la que iba a ser su clase, y les invitaba a entrar con una bonita sonrisa.
"¿Cómo es capaz de sonreír así?, por dios."-Pensó Belén.
Todo estaba bien, por lo menos, eso acabaría en media hora o así, y entonces se iría a casa, que era donde quería estar. Se sentó atrás y fue viendo como sus compañeros entraban por aquella puerta, esa puerta de la que sería su clase tal vez el resto del año.
Un chico bastante alto, ojos azules y una bonita sonrisa entró por aquella puerta, pero la promesa que Belén había hecho seguía en su cabeza. 
"¿Quién es él?.-Pensó"
Se sentó enfrente de ella, y cuando pensaba que nadie se sentaría a su lado llegó una chica que le resultaba bastante familiar y que la saludó con una sonrisa y una tranquilidad alucinantes.
Belén se preguntaba como la gente podía estar tan tranquila, y a ella en cambio la temblaban las piernas. 
La tutora se puso a hablar de muchas cosas, normas, horarios, normas, horarios. Cuando la profesora por fin terminó, Belén se levantó de aquella silla y salió por la puerta.
Cuando por fin salió y se volvió a reunir con su madre, respiró hondo, tampoco había estado tan mal, ahora solo quedaba esperar al día de mañana.
Cuando llegaron a casa Belén estaba agotada, había pasado tantos nervios, había algo que no dejaba de pasar por su cabeza, y esta vez, no era esa promesa, ¿cómo se llamaría ese chico?, habían dicho sus nombres, pero... Belén había tenido tantas cosas en la cabeza que ni siquiera se había enterado. Al día siguiente, lo descubriría, prometió.

CAPITULO 2.

Belén se levantó de la cama, y descubrió que en su cabeza volvía a estar esa promesa, sus pensamientos tenían razón, ella había prometido no volver a ilusionarse, no volver a enamorarse, así que se susurró a si misma por millonésima vez, que no se enamoraría, porque sabía perfectamente, que como otras veces, volvería a sufrir.
Ella pensaba que ese sufrimiento, ese dolor que había sentido durante todo el año que ya había pasado no era normal para una chica de diecisiete años. Cuando volvió al mundo, su madre la llamaba a gritos desde la cocina, ¿cuánto tiempo se había tirado frente al espejo del baño sin ni siquiera mirarse?.
-¡Ya voy mamá!.-Le gritó a su madre indicando que ya empezaba a vestirse.
Esa mañana, Belén tuvo que hacer muchas cosas, ir a la compra, tender, preparar la mochila, y por primera vez ella quería hacer cosas, eso le servía para despejar su mente, para no pensar...
Cuando miró la hora, eran las dos, dentro de una hora tendría que ir a aquel colegio.
La hora pasó más despacio de lo que pensaba, se despidió de su madre con un beso en la mejilla, se puso los cascos y salió por la puerta.
Belén iba sumida en sus sueños, solía hacerlo, poner la música para ella era como meterse en otro mundo, pero algo la despertó, la lluvia de otoño empezaba a caer.
"Maldita lluvia".-Pensó y se intentó resguardar de ella como pudo.
Cuando llegó al colegio estaba empapada, no había servido de nada, al fin y al cabo, por mucho que intentases evitarlo, la lluvia siempre llegaba a ti.
Subió las escaleras corriendo, hacía mucho frío, arriba se encontró con algunas compañeras, y las saludó con una sonrisa, aquella sonrisa intentaba ocultar todo el nerviosismo que sentía, pero por mucho que sonreía sus piernas no dejaban de temblar...
Una de sus compañeras se acercó a ella, parecía joven, de su misma edad.
-¡Hola!, ¿cómo te llamas?.-La preguntó.
Aunque Belén no lo sabía aquella chica estaba igual de nerviosa que ella.
-Belén.-Respondió con la voz temblorosa, ¿por qué ese miedo, no debería estar acostumbrada?.
Después de un largo silencio, sin que ninguna de las dos supiese que decir, aquella chica decidió hablar.
-¡Yo Alba, seguro que nos llevaremos bien!.
-Seguro.-Belén respiró profundo y sonrió, las cosas, por fin, parecían un poco diferentes, aunque, todo podía cambiar.
Cuando levantó la mirada de ese cuaderno vacío  le vio a él, con su sonrisa, esa sonrisa que al instante, la hacía sonreír, no sabía lo que ocurriría en un futuro, lo que si sabía es que no quería volver a sufrir, y de esa manera, la promesa volvió a su cabeza.
-¿Cómo sonríes tanto?.-Su compañera, su amiga, o lo que fuera, la miraba con una sonrisa picarona.
-Nada, nada, me acordaba de algo.-Sonrió.
-Ya, ya...
Seguidamente la campana sonó, ahora empezarían las largas y eternas clases. Miró hacía atrás con curiosidad para ver quien estaría por allí. ¿Él?, pero si ella pensaba... un escalofrío la recorrió todo el cuerpo, un escalofrío bastante agradable.
Ahora, ahora era el momento, les preguntaría su nombre a él y a la chica de su lado, y así tendría una buena escusa.
-¡Hola!, ¿cómo os llamáis?.-Aunque tal vez ellos no lo notaban, la temblaba la voz, y las piernas se le movían solas.
-¿Yo?, Aroa.-Dijo la chica con gafas sonriendo.
Él también sonrío.
-Yo me llamo Fran.-A Belén ahora no le recorrió otro escalofrío, ahora le entró mucho calor, tanto, que se levantó y fué directa a abrir la ventana.
La chica que antes le había dicho su nombre, Aroa, se acercó con ella a la ventana.
-¿Qué te pasa?.
-Nada, nada, tengo mucho calor.
Esa chica sonrió.
-¿Quieres ser mi amiga?.
-¡Claro!.-Belén estaba contenta, ahora sabía que no estaría sola.
-Vamos a sentarnos anda...
Ella y su nueva amiga se sentaron en sus respectivos sitios. Y Belén sentía que por fin había encajado.
La campana sonó anunciando el primer recreo, Belén se reunió con Aroa, Alba y Ana, las cuatro juntas bajaron esas escaleras, que para Belén el primer día le parecían eternas, y ahora parecían bastante cortas.
Las cuatro se sentaron en la mesa de la plaza, merendaban tranquilamente cuando más chicas de su clase, se acercaron a ellas.
-¿Podemos sentarnos aquí?.-Preguntó una de ellas sonriente.
-¡Claro!.-Respondieron las cuatro casi al unísono.
Belén en esos momentos creía que había una explicación, algo que razonase por qué ella estaba tan contenta, ya no se sentía sola.
-¡Ala, y cuarto!.-Una de las chicas que Belén apenas conocía pegó un grito al mirar la hora y la despertó de sus pensamientos.
-¿Tenemos que subir ya?.-Dijo una de las chicas decepcionada.
-Jope...-Dijo Ana que aún no había terminado su café.
Ahora tocaba ofimática, Belén no conocía nada de ese tema, y días anteriores se había confundido con informática, ¿era lo mismo, no?, ¿por qué cambiar el nombre?.
Cuando subieron a clase allí estaba él, miraba el ordenador, y cuando se dio cuenta de la presencia de todas ellas subió la mirada, y tropezó con la de ella.
-La promesa, la promesa.-Se dijo en voz baja a si misma.
Todas la chicas se sentaron en sus respectivos sitios, todas ellas tenían su cara de fastidio, odiaban tener que seguir con las clases, se notaba en sus miradas, al menos solo quedaban tres horas, tres, de la misma asignatura.

CAPITULO 3.

Las clases se hicieron pesadas, sí, pero Belén ya se veía con su mochila puesta y bajando aquellas escaleras.
-¡Por fin!.-dijo resoplando.
Una chica que se llamaba Tania la sonrió y afirmó con la cabeza.
Las chicas se quedarían hablando, pero Belén se iría, no la apetecía quedarse allí mucho tiempo, llovería dentro de poco.
-¡Espera Belén!.-Una de las chicas que se llamaba Irene, la llamó a gritos.
Belén se dio la vuelta al instante.
-¿Qué pasa?.-Ella ya estaba con los cascos en la mano y dispuesta a irse.
-¡Danos tu número de teléfono, ven, ven!.
Belén asintió, ¿su número?, le alegraba saber que querían tenerlo.
Después de unos minutos, todas se habían intercambiado números y sonrisas, y la lluvia ya había empezado a caer. Todas se iban en metro, Belén sabía que a partir de ahora, se iría sola a casa.
"Maldita lluvia".-Pensó.
Si la lluvia pudiese llevarse sus pensamientos, ahora se sentiría contenta, esa maldita promesa no se iba de su cabeza.
Una lágrima cayó por su mejilla, ¿cuántas veces se había enamorado?, siempre había sido un amor no correspondido, un amor imposible, ¿por qué este iba a ser diferente?. Aparte de aquella promesa, había algo que ocupaba la mayor parte de sus pensamientos, su sonrisa, aquella sonrisa que la provocaba escalofríos agradables. Y después de aquella lágrima, llegó a su boca una sonrisa, sin saber de donde venía.
Cuando llegó a casa con un hambre increíble, olió la cena que había preparado su madre, y al instante supo que era. su madre la había oído llegar, y Belén sabía que iba a oír esa pregunta tarde o temprano.
-¿Qué tal el primer día hija?.-Su madre salió con un trapo en las manos.
-Bien mamá, todo bien.
-¿Te han dicho algo importante?.-Típico de su madre.
-No mamá.
Belén se fue directa a su habitación, se tumbó en la cama con los cascos aún puestos y se quedó dormida. Cuando se despertó estaba aturdida, y oía los gritos de su madre llamándola
-¿Qué pasa mamá?.-Preguntó con los ojos casi cerrados.
-¿Te has dormido o qué?.
-Debe ser eso.-Dijo tras estirarse.
-Pues ya sabes, esta noche a dormir prontito.
-No lo dudes mamá.-Dijo sonriendo.
Su hermana llegó pocos minutos después, cuando cenaron Belén se fue a dormir, estaba demasiado agotada y dormir la ayudaría a no pensar.
Esa noche se hizo otra promesa y borraría la anterior de su cabeza, ahora, lo que Belén haría era vivir la vida, y si se enamoraba, ya no importaba, porque 
creía que ya había vuelto a caer, los sentimientos que sentía por él eran inevitables, y recorrían todo su cuerpo acabando en simples suspiros. Belén aprendió algo ese día, no puedes luchar contra tus propios sentimientos, ellos, llegan y se quedan, simplemente.

CAPITULO 4.

Belén se despertó, se estiró y se vistió rápido, quería salir a andar, quería irse a algún sitio, salir de allí por unos minutos, tal vez unas horas.
Cuando ya se había arreglado estaba preparada para irse de allí, una canción había sonado toda la mañana en su cabeza, y ahora sonaba en sus cascos. Una canción que la recordaba todos esos momentos que había llorado por una persona que no la amaba, pero que ella en cambio si le amaba, esta vez no lloró, sonrió, y supo el motivo de su sonrisa, se acordaría de todo lo bueno que había vivido en el tiempo que había pasado en su clase, y dejaría todas aquellas noches, todas aquellas lágrimas atrás.
A partir de ahora, como había prometido, sonreiría.
Belén se había cruzado con gente conocida durante toda la mañana, se imaginaba cuando les veía pasar como serían sus vidas, que sueños tendrían. 
Llegó a casa a la hora de comer, dentro de una hora tendría que irse de allí, volver a aquel colegio, volver a verle sonreír.
La hora pasó rápido, y como siempre, se puso sus cascos, ella era de aquellas personas que no podía vivir sin música, ¿cuántas veces había escuchado esa canción en solo una mañana?, retrocedía y daba al play, y dejaba que sus sueños se metiesen en su cabeza.
Cuando llegó ya había gente por allí, allí en aquella mesa donde se había sentado ayer con sus amigas estaba él, charlando con sus amigos de clase, y otros que ella había visto por los pasillos de aquel colegio. 
"No sabía que se reuniese con personas de otras clases".-Pensó
Cuando cruzó la esquina vio a algunas de sus compañeras ya sentadas en las escaleras. Las saludó con la mano y se acercó rápidamente a ellas. Belén sabía algo, ese volvería a ser otro día más, igual de largo que el anterior, pero si las cosas seguían así se acostumbraría, y eso se convertiría en una rutina, como muchas anteriores.
Fran cruzó la esquina con otros dos de su clase, ya se disponían a subir, el tenía esa sonrisa en su boca.
"Un placer haberte conocido, te estaba esperando".-Pensó ella.
Y justo en aquel instante, cruzaron sus miradas, pero ella no la apartó, siguió mirándole y le sonrió, y para su sorpresa, él también la sonrió. En ese momento Belén supo que si él se quedaba a su lado, sería completamente feliz.
-¿Subimos ya?.-Preguntó Alba.
-¡Claro!.-Dijo Belén con una sonrisa.
¿Qué le depararía el futuro?, esperaba que esta vez las cosas saliesen un poco mejor. Lo esperaba con muchas ganas...
Su móvil vibró, era su amigo Mario, ¿qué quería, no sabía que empezaba las clases?, aunque ya estaba subiendo las escaleras, contestó.
-¿Si?.
-¡Hola!, verás voy a estar por allí a la hora de tu recreo, ¿te parece que nos veamos?.
-Si, si, ¡claro!.
En ese momento Belén entraba por la puerta de clase, él estaba allí, sin saber por qué se quedó callada, cuando se dio cuenta su amigo la llamaba desde el otro lado de la linea.
-¿Estás bien?.-La decía preocupado.
-¡Sí, sí, luego nos vemos!.
-¡Vale, hasta luego!.
-¡ Adiós!.-Belén estaba muy alegre de que su amigo fuese a verla en el recreo.
Alba la llamaba desde su asiento, indicándola que se sentase con ella. Belén se acercó sonriendo hacia ella, y se sentó a su lado, solo que esta vez, no estaría cerca de él, como lo estuvo el día de ayer.
Belén entre clase y clase, miraba el cielo, aquel cielo ahora cubierto por la nubes, ella creía que el cielo era algo increíble, porque adonde quiera que fuera, el cielo siempre estaba ahí.
Sin quererlo se volvió a perder entre sus pensamientos, ella era de esas personas a las que le encantaba soñar despierta, y cuando se quiso dar cuenta la campana sonó, anunciando el recreo.
Se asomó por la ventana por última vez, allí estaba él, su mejor amigo, y el cielo empezaba a relucir, después de ese día de lluvia.
-¿Vienes?.-Le gritó una de sus compañeras desde la puerta.
-¡Qué va, han venido a verme!.-Respondió sonriendo.
-¡Esta bien!.-Ellas prosiguieron su camino, Belén se quedaría un rato más allí, tenía que ponerse el abrigo aún.
Cuando se dio la vuelta para dirigirse a su pupitre, él todavía seguía allí, le sonrió, se puso el abrigo y se fue corriendo.
Cuando bajó aquellas escaleras, él estaba abajo, y la recibió con una gran sonrisa.
-¡Mario!.-Dijo Belén con alegría.
-¡Hola!, ¿a donde vamos?.
-No sé, pero no tengo mucho tiempo, así que tiene que ser aquí cerca.
Después de un tiempo debatiendo a donde ir, ahora lo sabían, irían a aquel parque, ese parque era al que siempre iban, sobre todo aquel mismo verano. Allí habían formado un montón de recuerdos, todos ellos llenos de sonrisas.
Se sentaron en un banco, y él hizo la pregunta que ella ya esperaba, ella la esperaba de todo el mundo.
-Bueno...¿y qué tal?.-Decidió decir para romper el silencio.
-De momento, todo bien.-Suspiró.
-¿Por qué de momento?.
-Venga Mario, no sería nada extraño que de repente saliese todo mal...
-Ten esperanzas, seguro que todo saldrá bien, esfuérzate.-Dijo intentando tranquilizarla.
Pero Belén tenía miedo, y mucho, de que todo empezase a salir mal de un día para otro.
Después de otro largo silencio, fue él el que decidió volver a hablar.
-¿Y lo demás, que tal?.
-Bien, bien, todo bien.-Sonrió.
Belén había recordado la sonrisa de Fran, así que no pudo evitar sonreír.
-¿Y esa sonrisa?.-Dijo Mario con vacile.
-Nada, nada, cosas mías.
-Claro, te he pillado.-Sonrió dándola un codazo cariñoso.
Belén miró el móvil, ya eran y diez, y entraba a y cuarto.
-Bueno Mario, ya tengo que irme, ¿te vas desde aquí?.
-Sí, he quedado en la puerta del colegio, te acompaño hasta allí.
-Vale.
Cuando transcurrió ese pequeño trayecto los dos se despidieron con una gran sonrisa, el la conocía perfectamente, y seguramente, ahora mismo, sabía que ella, se había vuelto a enamorar.
Cuando iba andando otra vez sumida en sus pensamientos, oyó dos voces llamándola desesperadamente, eran Sonia y Aroa, dos chicas de su clase, al instante sintió que eran dos personas increíbles.
-¡Te llevamos llamando como media hora!.-Dijo Aroa.
-¡Exacto!.-Dijo Sonia, aquella chica llamaba la atención, era bastante guapa, y muy alta, como ella.
-¡Vaya, lo siento!, ¿vais ya a clase?.
-¡Claro!.-Sonrieron.
Las tres sabían que llegaban un poco tarde, pero no importaba, Belén estaba muy contenta y se sentía bastante acogida por las que ahora eran sus compañeras y tal vez sus amigas en un futuro.
Cuando llegaron a las escaleras, estaban sentadas otras compañeras.
-¿Qué hacéis aquí todavía?.-Dijo Sonia.
-Pues os estábamos esperando, ¡tardonas!.-Dijo Alba tan efusiva como siempre. Era una chica que siempre estaba feliz.
Subieron todas juntas, todos los chicos estaban en circulo hablando. Pero Belén, solo se fijó en uno, él estaba allí, con ellos.
Pero algo le recorrió el cuerpo a Belén, todos esos recuerdos desagradables volvían a ella, ¿por qué ahora?. Al fin y al cabo, todos los pensamientos que ahora volvían a comerle la cabeza, tenían razón, ¿por qué ilusionarse?, le volvería a pasar lo mismo.
Sonia, que se sentaba al lado de Fran, se levantó y fue directa a hablar con ella.
-¿Qué te pasa?.-La dijo con una sonrisa.
Giró la mirada hacia ella, y siguió mirando por la ventana, pero esta vez una lágrima recorrió su mejilla, en el inútil intento de quitársela a tiempo, Sonia ya la había visto.
-Sabes que puedes contármelo, ¿no?, sé que no nos conocemos, pero por lo que he visto, tu y yo nos llevaremos bien.-Aquella chica la tranquilizó bastante, así que decidió contárselo.
-Me da un poco de vergüenza, ya que tu te sientas con él en clase.
-Vaya, vaya, Belén, te he pillado, ¿te gusta?.-Dijo sonriendo.
-Bueno, se podría decir que sí.
-¡No sientas vergüenza por eso!, lo que no entiendo, es el porqué de que estés llorando...
-Han pasado muchas cosas Sonia...
La campana sonó y la profesora entró por la puerta, ahora solo quedaban otras tres clases, y Belén por fin, podría irse a casa, el lugar donde quería estar.

CAPITULO 5.

Belén no se despidió de sus compañeras, no tenía ganas de hablar con nadie, si eso luego las hablaría por algún mensaje... cuando iba por la calle con su música y esa canción atormentando una vez más sus pensamientos, de repente notó que algo caía en su pelo, algo húmedo y frío, cuando miró para arriba, estaba nevando, la primera nevada del año, la primera de invierno. Aunque Belén hacía mucho que no veía nevar en Madrid.
Su móvil estaba vibrando, alguien la llamaba, cuando alcanzó el móvil, vio que era su madre.
-¿Si, mama?, ya voy para casa.-Se anticipó.
-No hija, es que me ha llamado un amigo y nos vamos a ir a cenar por ahí tu hermana y yo, ¿te vienes?.
-No mamá, no tengo ganas, ¿puedo ir a dar una vuelta antes?.
-Claro, pero dame un toque cuando llegues, venga, me despido, ¡ adiós hija!.
-Adiós mamá.
Cu madre no había notado lo que la pasaba, menos mal, Belén no quería que su madre notase nada, porque la habría arruinado la cena, tras pensar esto, desvió su camino, iría al parque que había cerca de su casa.
Cuando llegó, se sentó en unos de los bancos, desde allí observaba como la gente pasaba, gente con comida para llevar, con sus hijos, gente feliz, gente triste y se imaginaba, cuales eran los sueños de cada uno, como había hecho otras veces.
Pasó una hora, cuando un chico pasó delante de ella con una bicicleta, aquel chico frenó y se bajó.
-¡Anda, ¿tú no eres la de clase?.-Preguntó aquel chico al que no conseguía ver la cara por las oscuridad.
Cuando por fin le vio, se preguntó cual era el nombre de aquel chico.
-¡Ah si!, tu eres...-Esperaba a que el le dijera la respuesta.
-Yo soy Antonio, tú eres Belén, ¿verdad?.
-¡Exacto!, ¿y qué haces por aquí?.-Intentaba sacar la conversación, odiaba quedarse en silencio, aunque últimamente no paraba de hacerlo.
-¡Pues nada, montaba en bici!.
-¡Ah claro, que tonta!, bueno Antonio, me voy a ir ya...
-¡Vale y yo!, ¿te acompaño a algún sitio?.
-No gracias, prefiero estar sola...
-¡Esta bien, adiós!.
Belén se despidió con la mano e intentaba sonreír de manera verdadera, pero no le salió muy bien. Aquel chico que había dejado atrás ahora pensaba que aquella chica era agradable, pero también pensaba y estaba casi seguro de que algo la pasaba.
Ella siguió su camino mirando las estrellas y en cinco minutos ya estaba allí en su casa y no solo ella, su madre y su hermana también habían llegado.
-¿Qué tal la cena?.-Preguntó con esa sonrisa falsa que le salía tan mal.
-Bien, hija, ¿quieres cenar?.
-No mamá, me voy a la cama.
-¡Vale cariño, hasta mañana!.
-Hasta mañana mamá.
Belén sonrió, le gustaba ver a su madre tan contenta. La costó dormirse, en su cabeza había demasiadas cosas, y todas, bueno, casi todas eran malas, ella tenía un pensamiento negativo sobre lo que pasaría en el futuro, y tenía miedo. Se secó las lágrimas y cuando creía que era imposible se durmió.

CAPITULO 6.

Había pasado una mala noche, eso lo tenía claro, la dolía todo el cuerpo, y no quería levantarse y mucho menos, ir al colegio, porque sabía que dolería verle, aunque los sueños habían evitado que sus pensamientos rondasen por su cabeza durante unas horas, el mismo pensamiento ahora, volvía allí.
Belén últimamente solía irse al parque por las mañanas, pero esta era de esas mañanas en las que ni eso la ayudaba, tampoco se puso los cascos, salió de su habitación y vio que no había nadie, eso estaba bien, necesitaba estar sola. 
Fue directa al baño, se miró al espejo e intentó sonreír, pero parecía algo imposible, ¿dónde había quedado esa época donde solo la importaba jugar con sus muñecas, dónde había quedado el ser feliz?, no lo sabía, hacía años que eso no pasaba, y ahora solo sabía que quería volver, volver a cuando era pequeña. Quería volver atrás, y arreglar todo, todo aquello, que ella había hecho mal. 
Cuando volvió a su habitación y miró el móvil había un mensaje de su amiga, una amiga de su antiguo colegio, que ese día la esperaría en su portal. Eso estaría bien, le apetecía hablar con alguien.
La hora de comer se echó encima, y Belén tuvo que salir antes, su madre y su hermana llegarían un poco más tarde que ella, eso la habían dicho por un mensaje.
Se puso el abrigo y salió por aquella puerta, en el portal ya estaba ella, la que había sido su mejor amiga durante años, y ahora, cuando la veía, miles de recuerdos pasados venían a su cabeza.
-¡Hola pequeña!.-Dijo su amiga Irene.
-¡Hola!, ¿sabes?, tenemos que hablar de muchas cosas.-Suspiró.
Antes de que su amiga la respondiese prosiguió.
-Pero aquí no, ven, vamos a otro lado.
Cuando llegaron cerca de su nuevo colegio, se sentaron en un banco y Belén, angustiada, miró al cielo, su amiga, al verla así creyó que debía preguntarla, y así hizo.
-¿Qué te pasa cariño?.-La preguntó mirándola a los ojos, pero Belén la esquivaba, no quería terminar llorando, no otra vez.
-Muchas cosas...
-¿Cómo que?.
-Las cosas vuelven a ser como antes.
Su amiga hizo una mueca de fastidio.
-No te explicas bien, no puedo seguirte.
-Está bien, lo reconozco, he vuelto a caer.
-No me digas que te has...-Su amiga volvió a no terminar la frase, Belén asintió mucho antes.
Las dos suspiraron a la vez, su amiga sabía perfectamente por lo que Belén había pasado veces anteriores, y solo le dijo algo.
-No te ilusiones...
-Eso intento.
Belén miraba continuamente al suelo, y la conversación parecía que había finalizado cuando aquel chico del que habían hablado hace unos segundos, salía del metro y saludaba a Belén.
Ella sonrojada, le devolvió el saludo y sonrió.
Su amiga le puso la mano en el hombro.
-¡Anda que no se te nota!.-Y empezó a reírse.
-¿Tu crees?.
-Tranquila, estoy completamente segura, de que él no sabe nada.
Belén miró el móvil y al ver la hora se levantó corriendo y se despidió de su amiga con un gran abrazo, la daba las gracias continuamente.
Cuando giró la esquina, él estaba allí, ¿pero que hacía?, él siempre subía pronto...
Ella siguió en línea recta, no quería molestarle, y no era capaz de hablarle. Pero su voz, hizo que Belén se parase en seco, él gritaba su nombre.
Cuando se dio la vuelta él sonrió, y ella, llegó a creer que cada vez que él sonreía, ella se enamoraba un poquito más. Respiró fuerte y se acercó a él.
-¿Qué pasa Fran?.-La temblaban las piernas y le resultaba inevitable controlarlas.
-Ahora que me doy cuenta Belén, ¿no entrabamos a las cuatro?.
-No me digas, espera un momento...-Sacó su agenda y observó que era verdad, entraban a esa hora.
Él al ver su cara de fastidio, se empezó a reír y ella sin poder controlarse, también empezó a reírse.
-¡Que torpe soy!.-Dijo Belén sin parar de reírse.
-Creo que no solo tu... yo también. 
Los dos sonrieron y se quedaron mirándose a los ojos durante un buen rato, pero alguien llegó por la espalda de ella, y la pegó un buen susto.
Era el otro chico de su clase, Sef, al menos así le llamaban, a ella le parecía un chico agradable, un chico con el que se podía contar.
-Esto, Sef.-Dijo ella-. hoy entramos a las cuatro.
-¡Ya lo sé, son menos cuarto!.
Fran y ella se miraron, ¿cuánto tiempo había pasado, no había ido todo muy rápido?. Belén odiaba eso, y más en esos momentos, en los que ella, estaba tan contenta.
Sef se había alejado, ellos fueron detrás de él, y efectivamente, muchas de sus amigas ya estaban sentadaas en aquellas escaleras y ese momento, aquel que Belén no quería que llegase, llegó y cada uno fue por su propio camino.
Cuando Belén se reunió con sus amigas y las saludo con una sonrisa, miró hacia atrás, exactamente, a aquel lugar donde había estado parada con él, como le hubiese gustado estar así por mucho tiempo. Y sabía perfectamente que, nunca se cansaría de algo, su sonrisa y su mirada ahora eran otras de las cosas que Belén no quería perder en su vida.
Cuando Belén dejo de soñar despierta fue cuando sus amigas la llamaban desde arriba de aquellas escaleras, y la señalaban que ya era la hora con sus móviles, Belén subió corriendo y se reunió con ellas, juntas subieron a aquella clase donde empezarían su rutina diaria y aburrida.

CAPITULO 7.

Las tres primeras clases terminaron y todas salieron al recreo juntas, pero Belén se iría a dar un paseo sola.
-¿Seguro que no quieres que te acompañe?.-Le dijo Sonia cuando estaba a punto de irse.
-No, tranquila.-Respondió sonriendo.
Se puso sus cascos y empezó a caminar, pero no había nada diferente, por todos aquellos sitios ella ya había pasado, quería ir a un lugar diferente, pero no tenía tiempo para ello, así que decidió imaginarse un mundo, un mundo diferente.
Iba metida en su "mundo" cuando su hombro chocó con el de otra persona, cuando se giró para ver quien era, se encontró con la persona que menos quería ver, aquel chico era por el que había sufrido durante tanto tiempo, y todo por un amor no correspondido. Él al ver que ella le miraba fijamente sin decir nada, decidió hablar.
-¿Tú eres Belén, no?.
-Si claro...-Ella estaba extrañada, aquel chico nunca la había hablado.
-Vale, ¿te pasa algo?.
Él lo veía en su cara, no era la misma de cuando estaba en el colegio, aunque nunca se había preocupado por ella, decidió que ahora tampoco, pondría alguna excusa y se iría.
-Bueno, me tengo que ir, adiós.
Él se despidió tan seco, que a Belén le dolió, pero comparado como la habría dolido hace unos meses, eso no era nada, ella supuso que todo el dolor que había sufrido, ahora se había acabado, así que simplemente, se limitó a ver como él desaparecía entre la gente.
Siguió andando de vuelta al colegio y cuando llegó, nadie de su clase estaba por allí, hoy subiría sola, pero algo la detuvo, alguien la agarraba del brazo.
-¿Qué haces?.-Cuando se dio la vuelta sonrió al instante, allí estaba él.
-Espera un momento, quiero hablar contigo.-Era imposible, Belén se pensó que le gastaban una broma, pero no había nadie más por allí, ¿por qué con ella?, ¿qué podía hacer ella para ayudarle?.
-Está bien, habla entonces...
Ella se mostraba amable, pero estaba nerviosa y confundida, ¿qué la diría?.
-Bueno, te lo cuento mejor a la salida, llegamos tarde...
-¡Vale!.
Los dos subieron por aquellas escaleras, en silencio, ni una sola palabra, ¿una barrera?, ¿qué les pasaba cuando estaban juntos?, siempre se quedaban callados. Belén no era capaz de seguir los pasos de su compañera Sonia, ella y él siempre estaban hablando tan normal, reían. Belén estaba nerviosa, era tímida  ¿pero a él que le pasaba exactamente?.
Entraron en clase, y el profesor señaló el reloj con la mano.
-Lo sentimos...-Dijeron los dos a la vez y se sentaron en sus pupitres.
Belén no era capaz de concentrarse en otra cosa que no fuera lo que le había dicho, ¿qué era lo que le diría?, esas tres horas, iban a ser muy largas...
Cuando por fin pasaron las tres horas, todos se levantaron, Belén esperaba algo de él que la indicase que bajase con él, pero él no dio ninguna señal, ¿lo había soñado?, había parecido tan real... decidió no preocuparse e irse con sus amigas, pero cuando iba a salir por la puerta, él la llamó y todo lo que había pensado cambió. Sus amigas al ver que Belén se quedaría allí un rato decidieron adelantarse, ella se acercó a él, la profesora ya se había ido, así que se sentarían a hablar con tranquilidad, uno enfrente del otro, ella, se metió las manos entre las piernas, tenía calor, mucho, ¿en qué hora se había puesto el abrigo?, decidió hablar para no pensar en lo nerviosa que le ponía.
-Bueno... cuéntame.
-¡Ah si!, me había quedado pensando...
Los dos sonrieron, ella pensaba que era una situación muy incomoda, y esas situaciones, Belén las odiaba, bueno, ella y todo el mundo.
-El caso es que, una amiga va a hacer una exposición de fotografía, y bueno, dijo que llevase a alguien...y, me preguntaba si te quieres venir, ¡puedes traer a más gente si quieres!.
La verdad es que Belén si de verdad iba a quedar con él, quería ir a solas, pero, tendría que hacer lo que él la había dicho, así que le miró a los ojos y se limitó a decir.
-¡Si, vale!.
-Esta bien, pues solucionado, ¿seguro que puedes venir?, los exámenes se acercan...
-Si, supongo...¿cuándo sería?.
-Este jueves.
-Vale, pues... yo se lo pregunto a mi madre y ya te digo. 
-Está bien, ¿bajamos?.
-¡Claro!.-Belén sonreía en todo momento, estaba muy contenta de que hubiese contado con ella para eso.
Los dos se levantaron, cogieron sus mochilas y bajaron juntos, otra vez en silencio. 
Ella se despidió con la mano y con una gran sonrisa de él en el metro más próximo al colegio. Y él la correspondió con otra sonrisa. 
Cuando iba para casa, se preguntaba si su madre le dejaría ir, quería ir, pero los exámenes...eso era lo malo, así que hablaría primero con su hermana, para ver que opinaba ella.
Cuando llegó a casa las saludó con un beso en la mejilla, y la dijo a su hermana:
-¿Puedo hablar contigo?.
-Claro, ¿pasa algo?.
-No, no, solo es que un amigo de clase me ha dicho que si el jueves voy con él a un sitio, pero...
Su hermana no le dejó terminar la frase.
-Pero, los exámenes, ¿verdad? y ese chico te gusta tanto que no quieres decirle que no, ¿me equivoco?.
No, su hermana no se equivocaba en nada, Belén se quedó en silencio, y su hermana continuó.
-Veré que puedo hacer... mi novio y yo nos vamos a Mostoles el Jueves por la noche, podríamos traerte aquí en coche.
-Vale, gracias Esther.-Belén salió de su habitación y se fue directa a la suya, en la cena hablarían, pero Belén estaba casi segura de que no la dejarían.
Afortunadamente se equivocó, Esther al final consiguió convencerla y Belén se fue a dormir muy contenta, esta vez sus pensamientos no la hacían dar vueltas en la cama, hoy podía dormir tranquila.

CAPITULO 8.

El jueves se acercaba, Belén había mirado su calendario casi toda la mañana, y se preguntaba, cada vez que lo volvía a mirar, el porqué de hacer eso si sabía perfectamente que al día siguiente se iría con él, pero ella recordó lo que él la había dicho, tenía que decírselo a más gente, así que cogió el móvil y empezó a enviar mensajes, la gente siempre le respondía lo mismo, nadie podía, los exámenes esta vez daban a Belén una oportunidad.
Necesitaba despejar la cabeza, iría a estudiar al parque, no quería quedarse en casa, así que avisó a su madre y salió por la puerta.
Su vida parecía una rutina, por las mañanas siempre se iba al parque y se sentaba en aquel banco, aquel donde había pasado miles de momentos con sus amigas, entonces recordó cuando le contó a su amiga Irene, que se había enamorado por primera vez, pero Belén siempre tuvo un mal presentimiento, y no se equivocó, ese amor que ella sentía no llegó a ninguna parte, no por ella, por él, aquel chico en realidad, no era el que pensaba Belén, él había mostrado una cara diferente durante todo el curso. Cuando Belén se enteró de que ella no le gustaba, se llevó una gran decepción y su amiga la dijo: "Ahora lo sabes, no te ilusiones nunca". ¿Cuántas veces se lo había repetido a lo largo de su amistad?, demasiadas, pero Belén era una gran idiota, y siempre, acababa ilusionándose. Y ahora, sin haberse dado cuenta, lo había vuelto ha hacer, se había vuelto a ilusionar, sonrió y pensó que realmente era una verdadera tonta.
Cerró el libro que no había mirado durante una hora entera, lo guardó en el bolso y se levantó dispuesta a irse a su casa a comer.
Ella tenía la manía de andar a concordancia con la música, siempre lo hacía, era otra de sus manías. Cuando llegó a casa su madre ya no estaba y como era común la había dejado una nota, indicando que la comida estaba en el microondas.
Cuando terminó de comer y relajarse en el sillón, se levantó y se fue a la academia. Cuando iba a cruzar se encontró a una de sus compañeras, Alba, que la esperaba desde la acera de enfrente, se reunió con ella y empezaron a caminar, hacía esa vida rutinaria, pero a Belén, en realidad, aquella vida, no le disgustaba.
Las dos llegaron allí y se sentaron en las escaleras, una mano rozó la cabeza de Belén y cuando ella se giró, vio a la persona que menos se esperaba. Allí estaba él, la sonreía con esa forma suya que tanto le encantaba a ella.
-Un día verás, ¡siempre acabas asustándome!.-Dijo Belén en tono vacilón.
-Perdón, perdón, no me pegues.-Él la seguía la burla, y ella al ver aquello empezó a reír y él al verla a ella, tampoco pudo evitarlo.
El amigo de Fran llegó y Belén al ver que aún quedaba un poco de tiempo decidió irse a dar una vuelta, esta vez, no paraba de sonreír. Cuando se disponía a desaparecer, alguien la llamo desde atrás.
Era su amiga Sonia, esta vez, no dejaría que Belén la dijese que no, iría con ella, si o si.
-¡Tú, tú, tenemos que hablar!.
-Dime..
-¿A ti te pasa algo?, estás tú hoy muy sonriente....
-Las cosas van bien Sonia.-Y justo en ese instante, mientras lo decía, le miraba a él.
-Ah, ¡ya sé!.-Entonces Sonia se acordó de lo que habían hablado aquella mañana, ahora lo comprendía todo.
Y antes de que Belén prosiguiera, ella no la dejó hablar.
-¡Mañana te vas con él!.-Belén se alertó al oír el grito de Sonia.
-¡Calla, calla!.
-Perdón cariño...-Una de sus compañeras las indicaba que ya tenían que subir a clase, pero Sonia agarró a Belén del brazo y prosiguió hablando-.¿Sabes cariño?, me alegro de verte sonreir.
Belén sonrió, y las dos subieron a clase agarradas del brazo.
Cuando llegaron arriba, todos ya estaba allí, sentados esperando a la profesora, pero Belén solo le miraba a él como de costumbre, y de repente tuvo miedo, de perderle, de que todo saliese mal como había pasado muchas veces anteriores, tal vez las circunstancias y el tiempo le habían dado razones para tener ese miedo, y ahora siempre que se ilusionaba, tenía ese mal presentimiento, aquel que ahora, no la dejaba ni respirar, y a provocaba una sensación de ahogo terrible. Así que se levantó de donde se acaba de sentar y se fue al baño con paso acelerado y sin mirar atrás. 
Se sentó en el suelo del baño, se tapó la cara con las manos, no quería llorar, pero tampoco podía impedirlo, una amiga que había ido corriendo al ver que no estaba, se sentó a su lado.
-Pensábamos que estabas bien...
Entonces Belén sacó una sonrisa forzada, aún con lágrimas en los ojos, y la dijo.
-Y estoy bien.-Su amiga iba a decirla que no la mintiese, que lo veía en sus ojos, pero Belén prosiguió.-Solo que... tengo miedo Aroa.
-Todas tenemos miedo alguna vez, y estoy segura, que todas las personas del mundo lo hemos tenido, pero no debes preocuparte, tienes que ponerte en el lado positivo, pensar que, tal vez, todo va a salir bien.
-Pero Aroa, nunca ha salido bien.
-Aunque salga mal, cielo.-La acariciaba el pelo mientras hablaba.-Tu sonrisa es lo único que puede mover el mundo en el que vives, así que, por favor, hazlo.
Belén pensó que su amiga tenía razón, así que se levantó, se secó las lágrimas y tras mirarse en el espejo y dar un abrazo a su amiga, fue directa a clase con ella.
Cuando entraron pidieron perdón por la ausencia, todos las miraban, especialmente a Belén a la que aún la brillaban los ojos, pero Belén no miraba a nadie, ni siquiera a él, ella miraba al suelo absorta en sus pensamientos.
Sonia se había sentado en el pupitre de al lado de Belén y la dijo en voz baja:
-No puedes estar así.
Belén solo la diría algo y atendería a la profesora.
-Ya no lo haré, lo prometo.-Sonia tras escuchar esas palabras sonrió, la quería y ella también, un montón, de eso estaban seguras las dos.
Cuando llegó la hora del recreo y Belén iba a salir por la puerta de clase, alguien la llamó.
-¡Belén!.-Era él, ella conocía perfectamente su voz.
Ella le esperó fuera, y cuando se reunió con él, empezó a hablar.
-¿Qué querías Fran?.
-¡Ah si!, antes te he visto un poco mal, y bueno... me preguntaba si estás bien.-Los dos se miraban a los ojos sin parar, pero seguramente a ella era la única que eso le ponía nerviosa.
-Si claro, solo que no sé que me ha pasado que me ha dado un bajón, pero ya estoy bien.-Sonreía para demostrarlo.
Él también sonrió.
-Entonces, me alegro, otra cosa más...¿vendrás mañana?.
-Ah, si claro, pero no he podido reunir a más gente... lo siento.
-¡Jo, no importa!, por lo menos vienes tú.
Los dos sonrieron y cuando llegaron abajo se despidieron y cada uno se reunió con su grupo de amigos, Belén tenía la esperanza de que al día siguiente saliese todo bien.
Ahora tan solo quedaba un día y medio, pero Belén estaba igual de nerviosa que si quedase una hora, respiró hondo y esperó que ese día y medio pasase rápido.

CAPITULO 9. 

Las clases por fin terminaron, mañana a esa hora, seguramente ella estaría a su lado, dispuesta a irse con él. Cuando bajaron las escaleras, Belén miró al cielo, siempre lo miraba, cualquiera que fuese su estado de ánimo...Hoy el cielo estaba anaranjado, y eso significaba que pronto empezaría a llover, así que se puso los cascos y se despidió de todas sus compañeras, especialmente de Sonia y Aroa a las que dio un gran abrazo. Belén estaba segura de algo, cuando el curso acabase, les daría las gracias a todos, por todo lo que ellos habían hecho por ella.
El camino no duró mucho, más bien se hizo más corto que otros días, no tenía nada de hambre, pero tenía que comer algo, su madre la obligó, ya que últimamente había dejado de cenar.
Entre risas, conversaciones y preguntas se hizo tarde y Belén se fue a dormir, se tumbó en la cama y como era costumbre en ella, se puso a pensar. Miró el móvil y comprobó que había pasado una hora entera, no podía seguir dando vueltas en la cama, se puso los cascos y por fin se durmió.
Al día siguiente se levanto tarde, no tenía nada que hacer y decidió descansar, así que, cuando se quiso dar cuenta ya casi tenía que salir por aquella puerta, había perdido casi toda la mañana mirando la ropa que tenía. Hoy, era el día y después de todo el tiempo que había perdido al final terminó poniéndose un jersey y unos vaqueros, comió y salió de casa como era común.
Por el camino andaba distraída, y se chocó con una de sus antiguas compañeras. Ella al verla, sonrió.
-¡Ey!, ¿qué tal te va?.-Belén estaba entusiasmada, desde que había empezado en el colegio de ahora no se habían vuelto a ver.
-Pues bastante bien, vivo una rutina diaria, pero bueno...
-Ah, entonces igual que yo.
-¿Y a ti, que tal te va?.-Le preguntó su antigua compañera.
-Pues muy bien también, mejor que antes, eso no lo dudo.-Miró su móvil y vio la hora, odiaba despedirse pero... tenía que hacerlo.- Bueno, cariño, ahora tengo un poco de prisa, pero te llamo pronto, ¡ adiós!.
Belén caminaba con paso rápido y se despedía con la mano. Aquel veintinueve de Noviembre no parecía tan malo...
Subió directamente, abajo ya no había nadie, y cuando entró, todos la miraban.
-¿Cómo llegas tan tarde?.-Le preguntó la profesora.
-Lo siento, es que... me he despistado con la hora...
-Está bien, siéntate.
Allí estaba su amiga Sonia otra vez, sentada a su lado. Al ver la cara de su amiga, solo le hizo una pregunta.
-Contenta, ¿verdad?.
Belén solo asintió y sonrió, esperaba que las clases pasasen rápido, solo eso, lo demás, ahora, no importaba.
La hora del recreo llegó, a Belén le reconfortaba bastante, solo quedaban tres horas más, pero cuando todos iban a salir, el jefe de estudios entró para decirles algo:
-Hoy vais a salir a las ocho.
Los pensamientos de Belén se organizaron, entonces... eso significaba que solo quedaban dos horas, y sus piernas ya empezaron a temblar otra vez.
Un escalofrío entró por su cuerpo, cuando ese chico, aquel que hacía que sus piernas temblaran, pronunció su nombre.
-¡Dime Fran!.-Ella estaba muy contenta, y todo el mundo lo notaba, incluso él, que sonrió al verla así.
-¿Seguro que vas a venir?.
Ella sacó su monedero, y le enseñó los dos euros del metro, el siguió hablando.
-Entonces... te creo, luego me esperas y nos vamos, ¿vale?.
-¡Vale, vale!.
Se despidieron y cada uno se fue por su camino, ella se fijó que camino cogería él, esta vez, no se reuniría con sus amigos... Y ella, y todas sus compañeras se irían al parque. Cuando se sentaron en una mesa, una de ellas hizo la pregunta que todas esperaban, todas, menos ella.
-¿Estás nerviosa?.-Belén como siempre en su mundo, no la escuchó, se dio cuenta de las miradas intimidantes de sus compañeras cuando Ana le dio un codazo.-¿Qué pasa?, ¿por qué me miráis así?.
A ella le ponía nerviosa que la gente le mirase, su compañera volvió a hacer la pregunta:
-He dicho... que si estas nerviosa.
-¡Ah!, ¿te refieres a lo de esta noche?.-Su amiga asintió-.Pues, la verdad, me tiemblan un poco las piernas, pero... estoy bien.
Otra de sus compañeras también se decidió a hablar, parece que ese recreo iría dedicado a ella.
-Tu... ¿crees que tienes oportunidades?.
-La verdad, es que no, yo creo que él solo me ve como una amiga... y ni siquiera eso, yo creo que soy una simple compañera.
Aroa, que había visto sufrir a su amiga, decidió intentar subirla el ánimo.
-Todo puede ser, ¿no?.
Todas asintieron, y Belén como escusa para que esa situación incomoda acabase, decidió decir que sería mejor que fuesen yendo al colegio. Al instante todas se levantaron, y ya no se volvió a hablar del tema, al menos, en lo que quedaba de recreo.
Cuando se sentaron en sus asientos, se concienciaron de que, tan solo quedaban dos horas para irse a casa, Belén lo único que hizo fue respirar hondo. A cada hora que pasaba, ella se ponía más nerviosa... a este paso, ella no se podría levantar de su pupitre a la hora de salir.
Su amiga Sonia no paraba de mirarla, la veía nerviosa y no sabía que hacer para tranquilizarla, así que empezó a hablarle para por lo menos, despejar su mente de lo que iba a pasar esa noche. Y cuando se dio cuenta, vio que lo había conseguido y también comprobó que la segunda campana de después del recreo y la que haría que todas las personas del colegio se revolucionasen, estaba apunto de sonar.
Pero eso a Belén no le preocupaba, al menos hasta que no la oyó. La cosa cambió cuando empezó a sonar, y la gente empezó a levantarse.
Gritos, sonrisas, abrazos, Belén observaba a todo el mundo, y sonreía. La voz de él volvió a sonar detrás de ella:
-Espérame abajo, tengo que hablar una cosa con la profesora.
-Esta bien.-Ella sonrió, pero su sonrisa era diferente, y estaba segura de que lo sería durante toda la noche que le quedaba a su lado, su sonrisa era natural, grande...
Sus amigas la acompañaron hasta abajo, y esperarían hasta que bajara él y se fuese con ella, para irse. Hacía un frío increíble  pero ella estaba tan contenta que no sentía el frío, aunque todas sus amigas a decían, que el frío de aquella noche, llegaba a cortar la respiración.

CAPITULO 10.

Veintinueve de Noviembre, parecía mentira, no lo había creído ni en sus sueños más bonitos, por fin y creía ella que por primera vez, Noviembre la había dado una gran oportunidad, esta vez, aquel mes que a Belén le gustaba tanto la demostraba que había razones para que siguiera gustándole.
Después de unos diez minutos, él llegó abajo, y con un golpe suave en su cabeza, la indicaba que ya tenían que irse.
-¡Adios, pasarlo bien!.-Dijeron todas sus amigas.
Ella le miró y le sonrió, bajaron aquellas escaleras del metro, y al llegar abajo a él se le ocurrió una idea, ella no pagaría el metro, él metería el tiquet y ella pasaría detrás de él. Esa idea a Belén le pareció buena, pero sus piernas... Por unos segundos, ella iba a estar donde realmente le gustaba estar, pero no por unos segundos, sino por toda una eternidad.
En ese momento se dio cuenta de que la eternidad, era algo increíble. Pasó detrás de él, casi pisandole los talones y como consecuencia a que sus piernas temblaban casi se caía por las escaleras que llevaban al anden, ella tenía miedo de que al ser tan torpe, acabase cayéndose.
Pero eso afortunadamente no ocurrió, cuando ella se quiso dar cuenta ya estaban dentro del metro, los dos se habían quedado en silencio, Belén miraba al suelo, él miraba a la gente, pero había algo que los dos hacían muy bien, las pocas veces que se miraban lo hacían a la vez. De repente, cuando el silencio empezaba a ser agotador, entró un hombre con una guitarra, y empezó a sonar música, aunque no era bastante agradable, rompió aquel silencio incómodo haciendo que ellos, empezaran a reírse. Cuando las risas terminaron, a ella se le ocurrió un tema...
-¿Tú tocas la guitarra, no?.
-Ah, si, ¡he sacado un disco y todo!...
-Algo me comentó una amiga.-Esas palabras eran mentira, ella había descubierto su grupo por sus propios medios, y esos medios habían sido mirar la pantalla del ordenador de su compañero de alante, entonces, ella se apuntó ese grupo que no conocía y cuando había visto el vídeo, realmente se había impresionado.
Por fin llegaron a su destino, él miró la hora en su móvil y al ver que era pronto se le ocurrió hacer algo hasta que la exposición de su amiga empezase, cuando por fin algo llegó a su cabeza, lo dijo al instante:
-¡Podriamos ir a cenar algo!.
-Yo... solo tengo dos euros.
-No importa, yo invito.
A Belén eso le llegó a impactar, parecía una cita, su primera cita, pero no lo era y no quería hacerse ilusiones falsas...
-Da igual, no tengo hambre...
-¿Seguro?.-Peguntó él, a ella le había cambiado la cara, pero su tristeza no duraría mucho...-Entonces está bien.
Los dos entraron al restaurante, había una fila enorme.
-Esto esta llenísimo.-Belén miraba a todos lados, en todos los sitios había gente, no sabía donde se iban a sentar.
-Hay sitios arriba, no te preocupes.-¿La había leido el pensamiento?, ella juraría que no lo había dicho en voz alta, seguía nerviosa, sus piernas ahora temblaban menos, pero... aún lo hacían, ella quería que parasen, esa sensación era horrible.
Después de unos diez minutos la fila todavía no había acabado, y Belén solo miraba la hora en su móvil continuamente, no sabía de que hablar, resoplaba, ¿cuánto quedaba para salir de aquella fila?.
Cuando por fin consiguieron pedir, él la volvió a preguntar si quería algo de cenar, pero Belén no cambió su respuesta.
Subieron las escaleras que llevaban al piso de arriba, ella detrás de él, con la mirada clavada en el suelo. Se sentaron en la mesa más cercana. Y entonces, ella pensó un sacar un tema, ¿Londres?, Londres le gustaba, así que le preguntaría.
Cuando levantó la mirada, él la estaba mirando y a ella casi se la olvida lo que iba a decir, pero afortunadamente, la idea no desapareció de su cabeza.
-¿Estuviste en Londres, no?.
-Ah, si, unos meses...
Los dos empezaron a hablar sobre todo



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